Nunca me decido.
Conmigo siempre hay sorpresas. Me descubro diciendo que me gustan cosas que jamás probé o que nunca se me hubiera ocurrido probar. Me encuentro haciendo cosas que nunca se me hubieran cruzado por la cabeza. Me miento, me engaño y creo en mis personajes. Nunca me diagnosticaron desorden de personalidad, aunque creo que ése fue un regalo de Navidad de los médicos que me atendieron.

Si no tengo desordenes de personalidad, entonces abran las puertas del Borda y dejen a todos mis pares ser felices.

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